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Una madre condena el abuso sexual, psicológico y físico contra ella y sus hijos por su ex pareja

  • mayo 3, 2025
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Un infierno de la familia disfrazada «Soy Isabel Pineda. He viajado por la ciudad Duitama durante ocho largos años, y quiero compartirles mi historia. Así comienza el testimonio

Una madre condena el abuso sexual, psicológico y físico contra ella y sus hijos por su ex pareja

Un infierno de la familia disfrazada

«Soy Isabel Pineda. He viajado por la ciudad Duitama durante ocho largos años, y quiero compartirles mi historia. Así comienza el testimonio valiente de una madre que decidió hablar sin miedo. Isabel conoció a José Luis García Jiménez, alias «El Mexicano» cuando trabajaba como vendedor callejero. En ese tiempo, era madre de una niña de un año, y él empezó a visitarla, enamorarse y ayudarla con el sustento diario.

Al principio, todo era amabilidad y promesas de un futuro juntos, pero tras el embarazo y la convivencia, comenzaron las agresiones. «José Luis, quien conocí al principio, no era el mismo después de que nació mi hijo», relata Isabel con tristeza.

Duitama se estremece, no por noticias virales ni una tendencia pasajera, sino por la desgarradora historia de una mujer que ha decidido romper el silencio y contar su verdad. En su relato, que ha circulado ampliamente en las redes sociales, describe una relación que, aunque comenzó con amor y promesas, terminó sumergida en control, abuso, chantaje emocional y, finalmente, en abuso sexual de su hija menor.

Control, agresiones y miedo

«Tomó estas actitudes de la nada. Por la mañana podía ser mil amores, y por la noche tragó el piso conmigo». Isabel comenta que el presunto agresor, José Luis García Jiménez, alias «El Mexicano», fue su compañero durante varios años y el padre biológico de su hijo menor.

La relación se convirtió en un auténtico calvario: gritos, celos, chantajes emocionales. Isabel relata cómo, en medio de discusiones tensas, él utilizó todo lo que tenía a su alcance, desde objetos domésticos hasta muebles en la casa. «Él me sacó de la cama». Sin embargo, tras esas explosiones de violencia, José Luis se disculpaba, prometía cambiar y regresaba a la misma situación. Pero, en realidad, todo empeoraba.

Isabel recuerda un momento aterrador en el que él la amenazó con una pistola en una discoteca, pidiéndole que le mostrara sus redes sociales. Para asegurarse de que no lo dejara, le compró bebidas alcohólicas e incluso la obligó a tener intimidad. Sus hijos vivían aterrados, preguntándose «¿Mamá, mi papá vendrá?», y se escondían de miedo.

Una queja que cambió todo

Cuando Isabel tomó la decisión de dejarlo y denunciarlo, su vida se llenó aún más de miedo. «Me quemó la ropa con ácido. Destruyó todo. Me vi fuera de mi casa en la motocicleta. « Las señales de advertencia eran múltiples, pero difíciles de identificar desde dentro de esa tormenta.

Un episodio impactante ocurrió cuando, tras una discusión, él accedió a la casa no con la intención de reconciliarse, sino de hacerle daño. Tras ello, regresó y quemó su ropa con ácido.

«Cuando llegué a casa, mi hija me dijo: ‘Mamá, mi padre mexicano llegó y arrojó algo en el armario’… era ácido», condenó Isabel.

A pesar de que las autoridades lo citaron y se habló de una posible condena de hasta 12 años, Isabel menciona que ha enfrentado chantajes emocionales por parte de su expareja para que desistiera de las denuncias con frases como «No me lo hagas, piensa en nuestro hijo». Isabel concedió, repitiendo oportunidades, una decisión que ahora considera «el peor error de su vida».

La revelación más dolorosa

Sin embargo, el momento más aterrador llegó posteriormente. Según Isabel, su única hija de 8 años confesó que el «mexicano» había abusado sexualmente de ella desde que tenía alrededor de cuatro años. Este abuso ocurría a escondidas, aprovechando la privacidad del baño.

«Me dijo: mamá, porque él me amenazó con matarme con el arma. También a ti y a mi hermano menor”. La niña, según su madre, reveló esto tras ser preguntada por qué no había contado antes.

«Rompió algo blanco, caliente y limpio para que no te des cuenta», le dijo. El doctor encontró lesiones. Isabel, abrumada de dolor, apenas podía mirarla a los ojos. «Él puso su pie en la boca de mi hija. Mi hijo le pidió por favor que no lastimara a su hermana pequeña”, son lágrimas que caen de los ojos de Isabel.

Además, se ha reportado que el niño también fue víctima de agresiones. Testigos, según el testimonio de Isabel, mencionan que ella recibió órdenes de ayudar a su hermana, pero sus gritos cayeron en el vacío.

En una de esas ocasiones, el niño sufrió una fractura en el brazo. En lugar de llevarlo al hospital, el presunto agresor decidió ignorar su dolor y «perderlo» de vista. La incomodidad física fue tan aguda que el niño terminó haciéndose necesidades, un claro signo de abandono y negligencia por parte de su propio padre.

Justicia, no venganza

Isabel no busca venganza. Ella clama justicia. «No soy víctima. Solo deseo conocer la verdad y que este hombre pague por lo que hizo a mis hijos”.

Este caso ilustra la dolorosa realidad que enfrentan muchas mujeres y niños en Colombia. Las instituciones deben actuar con firmeza y sensibilidad. «Estoy sola. Solo tengo a mis hijos y a mi actual pareja. Sin embargo, no voy a quedarme callada».

El impacto de este caso sigue resonando, y no solo describe lo que sucedió, sino que también cuestiona el papel de quienes defienden al presunto agresor.

Según las quejas, Cualquiera que sea el abogado defensor está tratando de extender el caso, evitando un juicio en su contra. «Si fueras madre, si tuvieras un hijo, pon tu mano en tu corazón», es el llamado de la mujer a las personas que apoyan a José Luis.

Consecuencias legales: un delito que no prescribe

En Colombia, los delitos sexuales contra menores conllevan penas severas y no prescriben. Según el Derecho Penal Colombiano en su artículo 208a, atentar contra la libertad sexual de un menor de 14 años se sanciona con penas que oscilan entre 12 y 20 años de prisión, las cuales pueden aumentar en casos de agravantes.

Además, la violencia en el hogar está tipificada en el artículo 229, con penas que van de 4 a 8 años, pudiendo ser aumentadas si hay reincidencia o si la víctima es menor de edad.

Si se comprueban los delitos denunciados, el presunto agresor enfrentará múltiples cargos conforme al Código Penal Colombiano:

  • Violencia en el hogar (Artículo 229): con sanciones de 4 a 8 años de prisión por actos de abuso, ya sea físico, psicológico o económico.
  • Atentar contra la libertad sexual de quien sea menor de 14 años (Artículo 208): con sanciones que van de 12 a 20 años de prisión, si se comprueba el abuso sexual a su hija.
  • Actos sexuales ofensivos con menores de 14 años (Artículo 209): con penas de 9 a 13 años de prisión, aunque no haya habido penetración.
  • Daños a la propiedad ajena (Artículo 265): por los daños ocasionados con el ácido y la destrucción de bienes personales.

A esto se agregarían posibles agravantes por la relación entre las partes, la convivencia y el uso de armas.

«Cuando abrí el armario, vi que había quemado con ácido toda mi ropa», relata Isabel Pineda, una mujer que afirma haber vivido un verdadero infierno junto a quien fue su pareja durante tantos años.

¿Es este un caso aislado? Lamentablemente no

La violencia contra mujeres y niños permanece omnipresente en Colombia, y muchos agresores se cobijan en el silencio, el miedo o la impunidad.

Isabel lo expresó claramente: «Ayúdame, que esto sea viral. Pido justicia. Lo que anhelo es que se haga justicia y que este hombre pague por lo que le hizo a mi hija».

Casos como el de Isabel no pueden quedar como meros números o estadísticas. Merecen atención y acción. Necesitan justicia.

Hasta ahora, el acusado continua en silencio, y la única respuesta que ha dado en las redes sociales es una historia desgarradora que clama por un juicio justo.


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