No dejan de elegir y luchan entre pandillas
- mayo 5, 2025
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En Barranquilla, la llegada de la lluvia ya no solo es sinónimo de inundaciones y desbordamientos de arroyos. Cada vez que una nube gris se cierne sobre el
En Barranquilla, la llegada de la lluvia ya no solo es sinónimo de inundaciones y desbordamientos de arroyos. Cada vez que una nube gris se cierne sobre el
En Barranquilla, la llegada de la lluvia ya no solo es sinónimo de inundaciones y desbordamientos de arroyos. Cada vez que una nube gris se cierne sobre el cielo, se presenta un nuevo tipo de amenaza: el miedo se torna palpable, acentuado por las manos rápidas de los ladrones armados con cuchillos, piedras y Garrones. A medida que las gotas de agua caen, el temor también se intensifica.
Estos episodios de violencia han ocurrido en repetidas ocasiones, pero uno de los más recientes fue capturado en vídeo. Sucedió el sábado en el distrito de El Sanctuary, en Carrera 8 de la calle 48, cuando el torrencial aguacero se desató nuevamente en la parte sur de la ciudad.
Un motociclista intentó avanzar a través de la creciente marea de agua cuando un grupo de jóvenes se le acercó rápidamente. El hombre luchó con valentía, pero uno de los agresores logró clavarle un cuchillo en el hombro.
Herido, con el dolor dibujado en su rostro y el agua mezclándose con su sangre, solo pudo pensar en su motocicleta y se marchó apresuradamente, mientras los delincuentes, equipados con impermeables, continuaban al acecho de otra víctima, como si hubieran establecido un punto de control improvisado.
No se trató de un evento aislado. El lunes, en medio de la misma tormenta, otro motociclista se vio sorprendido en la calle 30. Dos hombres se acercaron a él en una esquina y le quitaron su bolso sin enfrentar una seria resistencia.
Dos hombres atacaron a los motociclistas durante un aguacero el lunes en Barranquilla. Foto:Redes sociales
Los testigos observaron a los delincuentes huir con sus botines escondidos bajo los brazos, como si se tratara de una escena cotidiana. Y efectivamente, lo es. Cada vez que llueve, Barranquilla se convierte en un terreno fértil para emboscadas y actos delictivos.
No obstante, los robos no son el único problema que emerge con la lluvia. En las mismas calles donde se forman charcos y corrientes, las pandillas juveniles se enfrentan entre sí.
Estos jóvenes, armados con piedras, cuchillos y palos, se agrupan bajo la lluvia como si entrenaran para una batalla territorial. Las confrontaciones a menudo dañan los techos de las casas cercanas, cuyos techos de tejas se convierten en objetivos para sus lanzamientos.
En las zonas del suroeste, los vecinos han aprendido a interpretar el cielo como una señal de alarma. «Cuando el cielo empieza a oscurecerse, nos preparamos selectivamente, recogiendo piedras para que estos jóvenes no tengan materiales con que atacar», comenta el líder comunitario de la región.
La Policía Metropolitana y la alcaldía de Barranquilla han implementado diversas estrategias para mitigar la violencia que brota en las calles durante las lluvias, pero hasta el momento, los resultados han sido decepcionantes.
Así, en Barranquilla, la lluvia ha adquirido un carácter simbólico que evoca miedo. Se ha convertido en una señal de que no solo hay agua, sino también agresión y violencia.
El suave sonido de la lluvia sobre los techos, que podría ser un alivio del calor abrasador que afecta a la ciudad, se ha transformado en una advertencia. Por lo tanto, es aconsejable refugiarse.
Juicio del ex presidente Álvaro Uribe – Día 33 Foto: