Así es como vivía el Viernes Santo en las principales ciudades de Colombia.
abril 19, 2025
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La celebración del Viernes Santo congrega cada año a miles de feligreses en distintas partes de Colombia, y este año no fue la excepción. Este día, que conmemora
La celebración del Viernes Santo congrega cada año a miles de feligreses en distintas partes de Colombia, y este año no fue la excepción. Este día, que conmemora uno de los eventos más significativos de la liturgia cristiana, la muerte de Jesús, fue marcado por un Viacrucis tradicional que resonó en las calles y parroquias.
En la capital del país, Bogotá, más de 20,000 personas se reunieron en un lugar especial conocido como «Árbol de la vida», ubicado en el distrito de Potosí, en la localidad de Ciudad Bolívar. Esta tradición ha venido realizándose anualmente desde la década de 1980, atrayendo a los devotos que se desplazan desde la parroquia de Nuestra Señora de Candelaria.
Entre las celebraciones religiosas de la ciudad, la promoción tradicional del Cerro de Monserrate sigue siendo uno de los destinos más importantes. Cada año, miles de creyentes visitan este cerro para participar en ceremonias litúrgicas que revitalizan la espiritualidad y el sentido de comunidad.
Así es como vivía el Viernes Santo en Monserrate. Foto:
En Medellín, la celebración del Viernes Santo también se hizo notable a pesar de las inclemencias del clima. En particular, el emotivo Viacrucis en el distrito de Santa Cruz ha atraído a familias enteras que, por más de 30 años, han formado parte de esta tradición. La procesión, que incluye actores del joven grupo de teatro de Algade de la parroquia de San Martín de Porres, recrea de manera conmovedora la pasión de Cristo.
Otras localidades turísticas, como Santa Fe de Antioquia, El Retiro, Guatapé o Jericó, también vieron una afluencia significativa de turistas acompañando estos procesos litúrgicos, lo que indica la importancia cultural y espiritual del Viernes Santo en la región.
Viernes Santo en el distrito de Santa Cruz en Medellín. Foto: Jaiver Álvarez / La hora
Procesiones en el Valle y Cauca
Por su parte, en Cali, más de 190 parroquias católicas llevaron a cabo procesiones masivas, especialmente en la Catedral de San Pedro. Este icónico templo es un punto de encuentro donde miles de católicos se congregan cada año. Mientras tanto, en el centro de la ciudad, otros fieles se acercaron a la Plaza de Cayzedo, mientras que los del sur se dirigieron a la Iglesia de El Templete en la carrera 36 con la calle 7.
El arzobispo de la Arquidiócesis de Cali, Monseñor Luis Fernando Rodríguez, dirigió un emotivo sermón en el que resaltó la esperanza de los ciudadanos, la región y el país. En sus palabras, enfatizó: «Jesús nos enseñó a escuchar, defender a los débiles, ser signos de contradicciones y alentar a los desanimados. También nos enseñó la importancia de perdonarnos.»
Entrada a Cerro de Cristo Rey en Cali. Foto: La oficina del alcalde de todos
Monseñor Rodríguez destacó que la esperanza es una fuente de fortaleza, mencionando que «la muerte llega en momentos de gran desasosiego y desesperanza», y que este año, el llamado es a creer nuevamente en una esperanza que nunca decepciona.
En Popayán, capital del Cauca, la celebración también fue vibrante, con la tradicional procesión del Santo Funeral de Cristo que se llevó a cabo en la Iglesia de Santo Domingo. Los feligreses envolvieron la procesión con tela blanca y flores, simbolizando la penitencia y la devoción.
Asimismo, en el santuario de Las Lajas, ubicado en Ipiales (Nariño), se estima que alrededor de 80,000 visitantes llegaron durante esta Semana Santa, dejando atrás la quietud de los días previos, para unirse al Viacrucis que se celebra el Viernes Santo.
Penitentes de San Tomás
Los penitentes azotan hasta que llegan a la cruz de mayo. Foto: Agencia de Kronos
Otra tradición que no pasa desapercibida se celebra en la comuna de Santo Tomás, en el Atlántico. Ayer tuvo lugar un ritual en el que los participantes recorren 10 kilómetros. Unas 20 banderas fueron ondeadas durante el recorrido hasta la cruz de mayo, ubicada en la sexta carrera de Santo Tomás.. Esta práctica se mantiene como una forma de expresar gratitud por favores divinos que se han recibido a lo largo del año, aunque ha generado controversia, hasta el punto de ser rechazada por la Iglesia Católica.
Los penitentes, que incluyen tanto hombres como mujeres, se autoflagelan con látigos adornados con bolas cebadas o cargan una cruz de madera, simulando el dolor de Jesús en el día de su muerte, en señal de penitencia por los milagros en sus vidas o en las de sus seres queridos.