El 18 de agosto, se celebra el Día Mundial de la Prevención del Fuego del Forestal. Aunque su origen no está claramente definido, esta fecha se ha establecido como un momento importante para promover la atención forestal y evitar las tragedias ambientales.

Cada año, los incendios forestales barren con miles de hectáreas. Las ondas de calor, la sequía prolongada y la vegetación seca crean un escenario ideal para que el fuego se expanda rápidamente. A esto se agrega a la acción humana, que sigue siendo el desencadenante principal.

Fuego y clima: una relación peligrosa

El cambio climático intensifica los incendios. Las altas temperaturas y la falta de lluvia modifican el comportamiento del fuego, lo que lo hace más destructivo. Según OMM, esto afecta el fenómeno de la salud, la agricultura y los ecosistemas, que genera un ciclo de deterioro severo.

Además, las partículas de humo y contaminantes que se liberan bajo fuego son la calidad del aire agravante y causan enfermedades respiratorias.

Compromiso colectivo

La prevención requiere voluntad política y participación de los ciudadanos. En Perú, la creación de la iniciativa interreligiosa para los bosques (IRI Cusco) marca un paso importante. Este espacio une a las sociedades religiosas, académicas y domésticas para defender la amazonía y promover valores como el respeto y la cooperación.

La Iglesia de Jesucristo en los últimos días participa activamente y contribuye con su visión del cuidado y la protección de la vida.

¿Qué podemos hacer?

Evitar el torso, no arrojar escombros en áreas naturales, apagar correctamente los cigarrillos y condenar las quemaduras ilegales son medidas simples pero efectivas. La prevención comienza con pequeños gestos que, agregados, pueden evitar desastres importantes.

El 18 de agosto, la conversación es clara: proteger los bosques es proteger el futuro.