Esta es una buena inmunidad, la cultura de los líderes y colonos que sembran la cultura de la paz entre niños y jóvenes
abril 18, 2025
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«Palenque representa un territorio sagrado donde atesoramos un grano de tradición que contribuye a construir un hogar para nuestra región y nuestra nación. Fue en el momento en
«Palenque representa un territorio sagrado donde atesoramos un grano de tradición que contribuye a construir un hogar para nuestra región y nuestra nación. Fue en el momento en que nos percibimos como parte de una familia que la violencia cesó. Hay un respeto por el vecino, lo que permite compartir entre los compañeros y garantiza que los niños no se contemplen como enemigos. Es un esfuerzo por ver la vida y proteger nuestras existencias».
Buenaventura, durante la celebración el 10 de abril. Foto:Santiago Saldarriaga /
La maestra Jara Aragón afirma esto mientras trabaja en un taller de 15 minutos, usando gorras hechas de hojas de palma de coco, junto a un grupo de cien niños a quienes les enseña música y danzas relacionadas con las tradiciones del Mar Pacífico. Esta maestra que creció rodeada de coloridos hogares en un sector anteriormente conocido como Juan XXIII, irradia pasión y dedicación a su labor.
«Debemos vernos a nosotros mismos como una familia para evitar la muerte»
Este es un sector que ha sido hogar de familias modestas por más de cincuenta años, un lugar donde el constante tiro de balas a menudo sobrevuelan los techos, un recordatorio desgastante de la violencia que ha permeado a Buenaventura. Las familias, cansadas de esta realidad, buscan formas de cambiar su entorno.
Jary Aragon, quien nació hace 55 años en Juan XXIII, de la Comunidad 7, luego se trasladó al distrito de El Jardín, ubicado en la Comuné vecina 6. Fue ahí, en su hogar, donde fundó la Fundación Palenque, junto a su primo. «Nos vemos como primos, y nuestros mayores, como tíos», revela el maestro, que se destaca no solo como educador, sino también como coreógrafo, bailarín, y un apasionado escritor de poesía.
«Sé que son primos, pues nos unimos a ellos para fomentar estas semillas», menciona un educador que anualmente organiza una fiesta especial para niños justo antes de la Navidad, en su domicilio, con donaciones de aquellos que considera como «primos». Esta celebración se lleva a cabo el 26 de diciembre, en conmemoración del cumpleaños de su hermana, fallecida hace más de diez años.
El maestro Jary Aragón y su grupo de alumnos. Foto:Juan Pablo Rueda /
«Opto por no llorar en el cementerio, y en cambio, organizo una gran fiesta con música de Chirimía y alegría. Esto es un acto de amor hacia Buenaventura y hacia los niños, para asegurar que se conviertan en mejores personas en el futuro». De hecho, los salarios que recibe este maestro, provenientes de su trabajo en escuelas públicas de Buenaventura, son utilizados para adquirir instrumentos musicales para su comunidad. «Si en diciembre no hay tambores, aunque me digan que me preocupe por mi imagen, la tradición se perdería».
Actualmente, la Fundación Palenque Primo Brother atiende a unos 180 niños y jóvenes, talentos en el canto, el baile, y en la interpretación de instrumentos como Marimbas, Cununos, Chirimías y Bombos.
«Somos cultura sin violencia»
Los jóvenes de la Fundación Gerardo Valencia Cano de Buenaventura en acción. Foto:Santiago Saldarriaga /
En el vecindario de Camargo, Alberto Llekas observa cómo niños y adultos, tanto hombres como mujeres, participan de manera entusiasta bailando en grupo. Las mujeres adornan sus cabezas con bufandas coloridas, moviendo sus cinturas al ritmo del baile. Todos se mueven al compás marcado por un pavimento limpio.
El líder comunitario, Luis Yasmani, observa con orgullo la escena y afirma: «Somos constructores de paz, y esta es la herencia más valiosa que podemos ofrecer a la infancia». Reitera que la cultura de la paz y la ausencia de violencia no solo se enseñan, sino que se viven. Él y otros, como fundadores del espacio humanitario Puente Nayero, buscan continuar con su misión educativa en un contexto que por tanto tiempo ha estado marcado por la violencia. Aunque se ven amenazados, les motiva la historia de las familias que decidieron huir de la masacre en el río Naya para iniciar de nuevo en otro lugar donde la esperanza no se ha rendido.
«Nunca más la guerra»
Otro destacado líder es Danny Mauricio Vanegas, conocido como Maury, quien representa la voz de los jóvenes en la Asociación de Jóvenes Empresarios de la Paz (AJEP), creada en 2017. Su misión es facilitar el desarrollo de habilidades y potenciales de liderazgo social entre la juventud a través del arte y la cultura.
Maury es un entusiasta integrante de esta asociación, la cual se ha enfocado en empoderar a jóvenes y empresarios afrodescendientes. «La clave del desarrollo es la articulación. Por eso, trabajamos juntos en este esfuerzo. Estamos comprometidos a salvar vidas a pesar de los difíciles contextos que enfrentamos en nuestras labores sociales», sostiene Maury con convicción.
A través de la asociación, los jóvenes han impulsado proyectos en sus comunidades como AJEP Productions, lo que ha permitido la creación de música y arte que resuena con el mensaje de paz, como su popular canción que reitera «Nunca más la guerra».
ProPracific apoya iniciativas culturales y promueve el deporte en Buenaventura. Foto:Juan Pablo Rueda /
A pesar de todas estas iniciativas, la población de Buenaventura enfrenta desafíos significativos. Este puerto, el más crucial del país para la carga internacional, no ha visto un avance significativo en las condiciones de vida de sus habitantes, quienes enfrentan serios problemas de infraestructura.
Buenaventura, Little Colombia con necesidades
«Aquí vivimos en lo que llamamos Little Colombia, enfrentando toda clase de dificultades. Ni siquiera contamos con agua potable durante las 24 horas, algo que debería ser una necesidad básica, pero que no es el caso», lamenta uno de los líderes de Los Ángeles. Rememora un caso trágico en el que, durante una manifestación, un joven llamado Vladimir Bravo fue asesinado, resaltando un ciclo de violencia imperante en la ciudad.
Como miembro del comité que organizó una huelga cívica hace ocho años para exigir cambios en Buenaventura, este líder enfatiza que ha habido mejoras, pero aún es mucho lo que queda por hacer. La situación de violencia no debería ser el estigma que defina a esta comunidad de más de 400,000 ciudadanos.
«Queremos seguir trabajando por nuestra comunidad y nuestras familias, porque vale la pena», expresa Paola, quien vende cholates y raspados en el Malecón de Buenaventura, un lugar turístico que, aunque frecuentado, enfrenta sus propios retos de seguridad. A pesar de los peligros, continúa operando hasta tarde en la noche, procurando mantener un sentido de normalidad en su negocio.
El líder Ricardo Mosquera, quien preside la Unión de Células de Acción en Buenaventura, destaca la importancia del mercado campesino de Matías Mulumba, precisando que es el único mercado de la región libre de extorsiones. Este es un espacio fundamental para los agricultores que buscan vender sus productos como frijoles, cebollas y bananas, y continuar su labor a pesar de los riesgos presentes.
Este mercado, que se estableció con la intención de crear un espacio seguro para los campesinos durante diálogos específicos con el gobierno nacional, ha luchado por permanecer activo, a pesar de las dificultades impuestas por un entorno hostil. Aunque el camino es difícil y los desafíos son numerosos, las gentes de Buenaventura están decididas a seguir luchando por sus derechos y su bienestar.
La comunidad de Buenaventura no se rinde ante las adversidades. María Isabel Ulloa, la directora ejecutiva de Propacific, señala que estas personas llevan años haciendo su trabajo social en un entorno de alta sensibilidad. «Hemos aprendido que es fundamental trabajar de la mano con los líderes sociales y empresarios para generar un impacto positivo en sus comunidades», dice.
«Mi padre realmente ama lo que hace, ama la cultura. Es un excelente padre, muy presente en nuestras vidas, impregnando en nosotros los valores que él ha vivido. Deseo continuar su legado, y sigo amando la paz, mi familia y a Buenaventura», comenta Shary Julieth Aragn, hija del director de la Fundación Palenque Ceusin, afirmando su pasión por la música y su compromiso con la comunidad.