Historias de fucreño que llegaron al Vaticano
- abril 23, 2025
- 0
En la calidez y serenidad del Corregimiento Palo Alto, ubicado en la Comuné de San Onofre, el eco de su rica historia sigue resonando con fuerza. El relato
En la calidez y serenidad del Corregimiento Palo Alto, ubicado en la Comuné de San Onofre, el eco de su rica historia sigue resonando con fuerza. El relato
En la calidez y serenidad del Corregimiento Palo Alto, ubicado en la Comuné de San Onofre, el eco de su rica historia sigue resonando con fuerza. El relato de este lugar humilde comenzó con Amaury Medina Blanco nacido aquí, un individuo que ha dedicado su vida a la fe y la vocación religiosa. A lo largo de su trayectoria, ha sido un faro de luz, guiado por su pasión espiritual, y se ha convertido en una figura fundamental en el núcleo de la Iglesia Católica.
En la actualidad, tras la partida del Papa Francisco, la comunidad Sucreña recuerda con gran estima, respeto y un profundo sentido de nostalgia los años en que Monseñor Medina estuvo al servicio del Papa Supremo, formando parte del equipo de la Secretaría de Estado en el Vaticano.
Monsignor Amaury Medina Blanco y el Papa Benedicto 16 Foto:Cortesía
Mientras muchos colombianos experimentaron el honor de conocer al Papa, estrechar su mano y quizás compartir una sonrisa durante su visita apostólica, Monseñor Medina tuvo una experiencia diferente y única: vivió el pontificado desde su interior. Desde 2003, año en el que inició su labor en el Vaticano, fue un testigo cercano de tres papados distintos, cada uno con su impronta particular, pero todos unidos por un hilo común de espiritualidad, servicio y misión evangélica.
La riqueza de su experiencia no solo le ha brindado conocimiento, sino también un profundo sentido de compartir la vida y labor de aquellos que lideran a más de mil millones de católicos alrededor del mundo.
«El Papa Francisco nos invitó a regresar a la espiritualidad, a cumplir con la esencia del Evangelio: paz, reconciliación, perdón, cuidado ambiental, atención de los migrantes y cercanía con los periféricos.»
Amaury Medina Blanco,monseñor
Su relación con el Papa Francisco, el primer pontífice latinoamericano, cobró una dimensión especial. Para Monseñor Medina, este papa dejó una huella imborrable en la Iglesia y en su vida personal.
«Su legado es una gran bendición» -dice, con una reflexión pausada, asegurándose de que cada palabra tenga peso.
Monseñor Amaury Medina Blanco y el Papa Juan Pablo Segundo Foto:Cortesía
Al abordar el tema de la periferia, lo hace con una comprensión y conexión profunda. Para él, Palo Alto es un ejemplo tangible de esa periferia de la que tanto habla el Papa. «Francisco no solo los mencionó, sino que también se acercó a ellos. Visitó lugares realmente olvidados por el mundo, como la República Democrática del Congo. Este gesto hizo que comunidades como la mía sintieran que también estaban en sus corazones.»
Monseñor Medina ha sido un observador privilegiado de cómo el mensaje del pequeño argentino logró alcanzar los rincones más remotos del planeta. Nunca olvidará cómo la figura del Papa, que una vez pareció distante para su comunidad, se volvió cercana, casi familiar.
«Mi gente solía ver al Papa como una figura inaccesible en Roma. Pero hoy sienten que forman parte de esta iglesia universal, porque uno de sus propios hijos estuvo allí, y el Papa los miró,» reflexiona.
Durante todos estos años, Medina trabajó discretamente, nunca buscando reconocimiento, pero siempre movido por una firme convicción de servicio. En los pasillos del Vaticano, entre audiencias, documentos y decisivas reuniones diplomáticas, su voz resonaba, al igual que su identidad caribeña, que nunca abandonó a pesar de los hábitos y rituales.
Para él, la muerte de Francisco no representa un final, sino más bien un cierre simbólico de un ciclo lleno de aprendizaje y conexiones. Recuerda al papa como un líder profundamente humano, comprometido con las urgencias actuales de nuestra sociedad. «Su actuación a favor del medio ambiente, su llamado a cuidar el ‘hogar común’—como él lo llama—y su constante empobrecimiento hacia aquellos que han sido marginados, todo esto fue revolucionario y, a su vez, profundamente cristiano.«
Monseñor Amaury Medina Blanco y el Papa Francisco Foto:Cortesía
Más allá de los grandes gestos, Monseñor Medina conserva momentos íntimos, palabras simples pero significativas que nunca aparecen en titulares, pero que revelan el verdadero corazón del líder espiritual. «El Papa tenía una manera especial de escuchar, haciendo que cada uno se sintiera importante y que cada historia contada tuviera su propio valor. Esa conexión humana fue lo que lo hizo único.«
Hay una nostalgia palpable en su voz, pero también esperanza. Él está convencido de que lo que sembró Francisco puede perdurar, ya que no fue un mero capricho o una ideología pasajera, sino un regreso al centro del verdadero mensaje cristiano.
Lo que el Papa propuso no fue más que el Evangelio: un retorno a la simplicidad, a la espiritualidad y al amor como el fundamento esencial.
Amaury Medina Blanco,monseñor
Además, esta esperanza también se refleja en su hogar. Él sabe que en el Corregimiento Palo Alto, que durante años fue ignorado, hoy se respira un renovado orgullo. No es solo un lugar de donde un sacerdote llegó a Roma, sino una comunidad que forma parte de una historia más amplia: «El Papa nos hizo visibles. Nos enseñó que incluso desde las periferias se puede hablar al mundo.»
En su oficina vaticana, entre papeles y recuerdos, es posible que cuelgue una imagen de Palo Alto, tal vez una postal del sol radiante, el terreno rojizo y las manos entrelazadas por el viento del Caribe. Todo comienza desde allí, un sitio donde aquel llamado que lo guía nació, aún en medio del duelo. Porque la partida del Papa no extinguirá la fe; al contrario, avivará la llama en aquellos que, como Monseñor Amaury Medina Blanco, todavía creen en el amor, la humildad y la compasión, que siguen siendo las fuerzas más transformadoras para el mundo.