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Este martes 28 de octubre el Museo de Arte Moderno de Barranquilla (MAMB) abrirá sus puertas para presentar un homenaje a uno de los grandes arquitectos del Caribe
Este martes 28 de octubre el Museo de Arte Moderno de Barranquilla (MAMB) abrirá sus puertas para presentar un homenaje a uno de los grandes arquitectos del Caribe colombiano: Ricardo González Ripoll (1925–1981).
En la entrevista titulada “El Legado de Ricardo González Ripoll en la Voz de Katya”su hija Katya González Ripoll compartirá una mirada íntima al hombre detrás de los planos, el creador que imaginóBarranquilla contemporánea y un padre que soñaba con una ciudad abierta al arte y al futuro.
El evento tendrá lugar en Centro de Eventos World Trade Center (Calle 76 #54-11, ubicación B3), Está vinculado a las actividades conmemorativas del MAMB, institución que el propio González Ripoll ayudó a crear en los años 60, junto con otras personalidades destacadas de la ciudad.
«Mi padre creía que el arte y la arquitectura debían ir de la mano. Esta belleza también construía ciudadanía», recuerda Katya, quien a través de anécdotas y recuerdos intenta salvar la dimensión humana de un arquitecto que entendió la ciudad como una obra colectiva.
Nacido en Barranquilla el 28 de octubre de 1925, Ricardo González Ripoll se graduóArquitecto en la Universidad Nacional de Colombia en 1953. Su formación, caracterizada por el rigor técnico y la sensibilidad estética, le llevó al descubrimiento Facultad de Arquitectura, Universidad del Atlánticodonde capacitó a generaciones que darían forma a la planificación urbana del Caribe.
González integró el llamado Grupo de Barranquilla, donde compartió amistad y diálogo con Gabo. Foto:archivo familiar
Su mentor, el maestro Dicken Castro, solía decir que era «una persona tan versátil que reflejaba su personalidad en todo lo que hacía». Esta confiabilidad se convirtió en su sello distintivo: arquitectura que combina arte, tecnología y sentido del lugar.
A lo largo de las décadas de 1950 y 1960, González Ripoll lideró diseños emblemáticos que definieron la identidad visual de Barranquilla. Entre ellos, el edificio ul Banco Popular con el mural Simbología de Alejandro Obregón; la sede del SENA en el centro de la ciudad, una obra racionalista adaptada al clima tropical; Coliseo Humberto Perea, una joya de la ingeniería con una luz de 40 metros; y el edificio Tierra, Mar y Aire, en la esquina de Calle 76 y carrera 53, también intervino Obregón.
González Ripoll decía que “para hacer un trabajo importante hay que saber cómo se apoya”. Y lo sabía: sus edificios combinaban funcionalidad, eficiencia climática y una sensibilidad moderna que aún distingue el paisaje urbano de Barranquilla.
Su vida fue más allá de la arquitectura. En los años 1968-1972 Fue alcalde de Barranquilla, impulsando proyectos de vivienda social, pavimentar calles y legalizar barrios populares como Nueva Esperanza y Los Cocos como parte de un enfoque de desarrollo inclusivo.
En 1981 fue elegido presidente del país. Asociación Colombiana de Arquitectos, desde donde impulsó políticas de formación profesional y urbanismo sostenible.
Arquitecto Barranquilla Ricardo González Ripoll Foto:archivo familiar
También fue parte de Grupo Barranquilla, círculo intelectual donde conoció a Gabriel García Márquez, Alejandro Obregón y Álvaro Cepeda Samudio. Su amistad con Gabo creció hasta tal punto que el premio Nobel se convirtió en padrino de Katia en su bautizo. Un escritor lo describió una vez con humor y admiración:
«La poesía de los ascensores y el hormigón armado, las circulaciones funcionales y los cálculos de resistencia, tan moderno como Ricardo aceptaría ser medio calvo para parecerse un poco a Le Corbusier.»
González Ripoll encarnó la idea del arquitecto como artista creativo. En sus obras leemos sobre una ciudad que se consideraba moderna, tropical y humana. Juntos José Alejandro García, Roberto McCausland y Manuel de Andreis formaron la generación que construyó la Barranquilla del siglo XX.
Hoy, cuando el MAMB llama a escuchar la voz de su hija Katia, no sólo celebra su centenario: se recuerda el legado de un hombre que hizo de la arquitectura un acto de amor por su ciudad.
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