La entrada norte a Cartaagen, a través del viaducto que se conecta con Barranquilla, es una de las postales más aturdidas y peligrosas de la ciudad. Lo que debería ser un moderno y seguro corredor de comunicación, un símbolo de la integración costera, se ha convertido en un punto crítico de accidentes y deterioro en la zona urbana. La comunidad de la Boquilla, situada al lado de esta megaestructura, no solo fue excluida del diseño de la carretera, sino que ahora debe coexistir con un tránsito caótico de motocicletas, donde los peatones cruzan sin ningún tipo de protección y se enfrentan a una ruta improvisada que carece de condiciones técnicas adecuadas.

Según datos recopilados por Tiempo, el año pasado se reportaron más de 30 muertes en esta sección debido a accidentes de tráfico. Este alarmante registro evidencia un problema estructural que se remonta a la construcción del viaducto, una obra emblemática del gobierno de Santos que, sin embargo, no resolvió la integración territorial de las comunidades vecinas ni mejoró la lógica de conectividad de la zona.

El alcalde de Cartagena, Dumek Turbay, se refirió a la situación, reconociendo que «el problema se ha construido desde la edificación del viaducto» en una entrevista con este periódico. En ese momento, existía un camino destinado exclusivamente para los residentes de la Boquilla, pero con la llegada del viaducto, esta autorización quedó obsoleta. «Hoy, enfrentamos una situación sin sentido en la que motocicletas dominan el área, creando una combinación peligrosa de improvisación en el tráfico«, añadió.

Turbay explicó que su administración está en diálogo con la Agencia Nacional de Infraestructura (ANIA) y los líderes comunitarios para considerar la reactivación del proyecto original, que incluía un camino a doble vía hacia la ciudad y una carretera segura paralela a la Boquilla. Mientras se decide el futuro del proyecto, se han adoptado medidas paliativas, como la instalación de reductores de velocidad, cámaras de control y una presencia constante de un equipo de vías.

«A la comunidad le gustaron estas medidas, pero somos conscientes de que son solo un alivio temporal«, admitió el alcalde durante la conversación.

Fondos urgentes antes del caos de la carretera

A medida que se trabaja en un rediseño definitivo, el distrito ha implementado un paquete de medidas para reducir la siniestralidad: instalación de reductores de velocidad y cámaras de control electrónico, así como una presencia constante de los agentes de vías.

«Estas soluciones son temporales, pero han demostrado ser eficaces y la comunidad las ha recibido positivamente. Sin embargo, sabemos que no son suficientes. Es fundamental corregir el diseño de la carretera que dejó fuera a la Boquilla«, dijo el alcalde.

Mientras tanto, la comunidad ha expresado su frustración ante la constante ocurrencia de accidentes y un evidente abandono institucional, señalando que esta situación se remonta a la entrega del viaducto durante el gobierno de Santos. En ese tiempo, se construyó un camino paralelo al barrio, pero sin conexión real o condiciones mínimas de seguridad.

«Le doy una cabra»: una hoja de ruta para detener la invasión

En una entrevista reciente, el alcalde también reveló un problema conocido: la existencia de un plan de intervención para controlar la invasión en el margen derecho del viaducto, donde se han levantado viviendas informales en terrenos protegidos y en áreas de bajo nivel.

«Desde la Dirección de Control Municipal, se cuenta con un diagnóstico técnico y legal respecto a la invasión del viaducto. Se ha construido una hoja de ruta con entidades como compañías de servicios públicos«, anunció Turbay. Este protocolo de acción será ejecutado por el nuevo alcalde de la ubicación 2, Luis Barboza, quien asumió el cargo tras la reciente renuncia del predecesor, durante la Semana Santa.

El plan contempla controles conjuntos de gestión de riesgos y la activación de mecanismos interinstitucionales necesarios para recuperar el control sobre el área.

El alcalde dejó claro que no habrá desalojos masivos, y se buscará una solución integral que respete la legalidad, el medio ambiente y ofrezca alternativas para las familias vulnerables.

«No se trata solo de realojar a las familias para mejorar la imagen de los edificios de lujo en la zona. Estamos hablando de derechos humanos, acceso digno a la ciudad y de la necesidad de evitar trastornos que potencialmente podrían resultar trágicos«, añadió.

Ingresos que han sido olvidados y demandan atención

La situación es alarmante. El acceso norte a Cartagena, que debería servir como puerta de entrada para millones de visitantes anualmente, se ha transformado en un símbolo de desconexión entre grandes proyectos de infraestructura y las verdaderas necesidades de las comunidades locales.

Hoy en día, en lugar de contar con ingresos planificados y seguros, los visitantes se encuentran lidiando con motocicletas que cruzan caminos peligrosos, basura acumulada, construcciones ilegales y una sensación generalizada de abandono.

El desafío que enfrenta la administración de Turbay es significativo: debe gestionar inversiones nacionales, demostrar voluntad política, garantizar una presencia institucional permanente y, más importante aún, llevar a cabo consultas públicas con los ciudadanos. Hasta ahora, los anuncios del alcalde marcan un hito frente a un problema que ha sido pospuesto durante años.

«Esta es una de las prioridades de nuestra gestión. La Boquilla no puede permanecer en el olvido de Cartagena«, concluyó Turbay.

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