En las tierras altas de Nariño, donde la frontera no solo separa a los países, sino que también une las culturas y fortalece las identidades, las historias que desbordan los mapas nacen. Uno de ellos es el de Jesús Molina Muñoz, un ipialiño que, con disciplina muda y pasión inquebrantable, ha traído un camino académico y profesional que hoy cruza y deja una marca en el mundo del conocimiento.

Desde sus primeros años en la Universidad Nacional, donde estudió economía, Jesús mostró una vocación por el estudio que parecía no tener techo. El suyo no era simplemente aprendiendo, sino para entender profundamente, cuestión, construir. Así estaba tejiendo una carrera que incluiría tres maestros en finanzas, administración y ciencia de datos y dos doctorados, uno en Colombia y otro en España. Oxford, con un programa de inteligencia artificial, sería otra estación de este viaje marcada por rigor y curiosidad.

Pero sus logros no se resumen en títulos. Como maestro e investigador, ha llevado su conocimiento a universidades como Los Andes, el Rosario y la Tecnológica de Monterrey, donde hoy los líderes con un aspecto global. Ha dado conferencias en Europa y publicado en revistas internacionales de prestigio. Todo, sin perder la esencia de su origen: el Sur.

Jesús Molina representa la cara serena del esfuerzo. Su historia es una invitación a creer que, incluso del Andeano Confín, es posible soñar muy bien y transformar el mundo con el poder del conocimiento.