Una mujer que limpió la herida mantiene su sangre como un milagro que estaba sosteniendo
abril 21, 2025
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Por Las modestas calles del distrito en San Francisco, ubicado en el sector norte, se iluminaron con tristes noticias que llegaron sin preparativos previos. En las primeras horas
Por Las modestas calles del distrito en San Francisco, ubicado en el sector norte, se iluminaron con tristes noticias que llegaron sin preparativos previos. En las primeras horas del lunes 21 de abril, el Vaticano, desde su sede en Roma, confirmó la impactante noticia: La muerte del Papa Francisco.
En lugares donde no hay acceso a Internet o televisión, como el hogar de Lorenza Pérez, una amable y devota adulta mayor, el mensaje se propagó a través de rumores, conversaciones y un eco distante de una radio extranjera. Cuando Lorenza se enteró de la noticia, sintió que el suelo se precipitaba bajo sus pies.
«El periodista me llamó y me dijo que el Papa había fallecido… No tenía idea de lo que estaba pasando porque mi televisor está averiado. Mi alma se hundió», comentó Lorenza a , sentada en la misma habitación donde recibió al Papa hace casi ocho años. A pesar de su agotamiento, se mostró decidida a seguir adelante con su visita pastoral a uno de los distritos más empobrecidos de Cartagena.
Un accidente que permitió un encuentro memorable
El 10 de septiembre de 2017, mientras estaba en Colombia, Francisco decidió recorrer las calles de este sector que limita con la Ciénaga de la Virgen y el Caño de Juan Angola. Sin embargo, antes de su llegada, El Papa sufrió un leve accidente: el Papamóvil se detuvo inesperadamente y su rostro impactó con un vidrio. Aunque la herida era pequeña, su rostro se hinchó visiblemente cerca del ojo. Aún así, él decidió continuar con su plan y, fue en la casa de Lorenza donde el Papa hizo una parada inesperada.
No era un hogar donde pude pasar más tiempo», recuerda Lorenza, con la voz entrecortada. «Pero míralo, él era el más. Limpié su frente con una toalla blanca, la única que estaba limpia aquel día. Tenía un poco de sangre. Luego apliqué peróxido de hidrógeno. ¡Qué ironía, en un set de papamóvil!
Lorenza PérezLíder comunitaria en Cartagena
Desde entonces, la toalla blanca dejó de ser un simple trozo de tela. Lorenza la conservó, encapsuló un pedazo de vidrio y la colgó en su habitación como si fuera una reliquia sagrada. Para ella, este recuerdo representaba algo más que nostálgico: es un testimonio de lo divino.
Transformación de la fe en milagros
La toalla que utilizó el Papa para limpiarse. Foto:Leidys Rivero /
A lo largo de los años, la historia de la toalla ha trascendido las paredes de su hogar. Vecinos, devotos y admiradores empezaron a preguntar por ella. Algunos incluso querían tocarla. Pero Lorenza jamás imaginó que ese simple trozo de tela, impregnado con el sudor y la sangre del Papa, se convertiría para muchos en un símbolo de cura y esperanza.
«Una señora llegó a mí diciéndome que su sobrina estaba muy enferma y hospitalizada. Me pidió una toalla para que la colocara sobre ella. No quería que saliera de mi hogar, pero finalmente la envolví en otra toalla limpia. Oramos juntas, y ella se la llevó.
Algunas semanas después, la mujer regresó a la parroquia del distrito de San Francisco. Trajo un testimonio lleno de lágrimas: su sobrina había sanado milagrosamente. «Escucha, no soy médica, pero creo en los milagros. Y esta toalla tiene poder para mí, porque contiene la sangre de un santo«, dice Lorenza mientras la toalla permanece enmarcada y colgada de la pared.
«Ahora está en el cielo para mí. Lo vi con cuidado y sentí su mirada. Era un hombre humilde, como cualquiera de nosotros. Y ahora siento que he perdido algo«, añade, con las manos entrelazadas sobre sus rodillas.
Una visita que marcó al distrito
El Papa Francisco en Cartagena, 2017. Foto:Leidys Rivero /
La presencia del Papa en el distrito de San Francisco fue un hecho simbólico y profundo. No solo por su visita en sí, sino también por lo que representaba: un mensaje de inclusión y amor en uno de los sectores más vulnerables de la ciudad. La elección de este lugar no fue casual. Este barrio ha sido históricamente olvidado, sufriendo las penurias de familias desplazadas y comunidades afrodescendientes que enfrentan desigualdades y abandono cotidiano.
En ese día de 2017, El Papa estuvo a solo cinco minutos de la iglesia del vecindario. Sin embargo, se detuvo durante quince minutos en casa de Lorenza. «Creo que Dios quería que fuera así», afirma ella.
En su pequeña vivienda, adornada con imágenes religiosas y flores artificiales, Lorenza revive cada detalle con precisión: el aroma del espacio, la forma en que Francisco se sentó y su voz serena. «Siento que aún está presente aquí. Cierro los ojos y veo cómo se mueve por el corredor», confiesa mientras las lágrimas le brotan.
Entre el duelo y la esperanza
El Papa también dedicó sus pensamientos a naciones enteras. Foto:Efusión
La muerte del Papa Francisco conmocionó a millones de fieles en todo el mundo, pero en rincones como este distrito de Cartagena, donde la fe es muchas veces el único bastión en tiempos de incertidumbre, su ausencia se siente como la pérdida de un padre.
«Estoy pidiéndole a Dios en este momento que reciba su alma con los brazos abiertos, porque él hizo mucho por los pobres«, dice Lorenza. «Y que el nuevo Papa que sea elegido tenga su esencia: bondadoso, amoroso y paciente. Alguien que entienda el sufrimiento de la gente».
En San Francisco, la parroquia ya ha comenzado a organizar misas en memoria del Papa. Muchos de los feligreses recordarán ese día de 2017 como uno de los más especiales en sus vidas. Algunas familias cogen fotografías, otras tienen recuerdos apenas tangibles. Pero Lorenza tiene algo singular: la prueba de un momento considerado sagrado, algo extraordinario para ella.
Porque en un hogar modesto, situado en medio de un distrito que enfrenta lucha y resistencia cada día, la toalla blanca colgada en la pared se ha transformado en un símbolo de fe, esperanza y del Papa que, incluso con sus heridas, nunca dejó de acercarse a aquellos que más lo necesitaban.